
Un viejo samurai fue retado por un luchador mucho más joven.
Antes del combate, el joven trató de humillar al viejo con insultos para que éste sacara la espada primero y así vencerlo, pero el viejo no se inmutó. Tras varias horas de provocación inútil, el joven se cansó y se marchó derrotado. Cuando un alumno le preguntó al viejo samurai por qué se habia dejado humillar así, éste le contesto: "Cuando la rabia y los insultos no son aceptados, continuan perteneciendo a quién los carga consigo", Todo lo que damos, regresa a nosotros. Si, en lugar de ofender, ofrecemos buen humor y comprensión, los demás nos recompensarán con creces.