dilluns, 28 de febrer del 2022

PUEBLO ESPAÑOL ENTRE LOS MAS BONITOS DEL MUDO

 

JÚZCAR (ESPAÑA)

CONOCIDO COMO EL PUEBLO PITUFO

Descubre el curioso pueblo malagueño que está entre los 25 más bonitos del mundo

El prestigioso blog americano Road Affair ha incluido a Júzcar, un pueblo malagueño de la Serranía de Ronda en su listado mundial de municipios más bonitos

El bullicio de las grandes urbes, llenas de vida y de una actividad frenética, son muchas veces el reclamo perfecto para hacer ese viaje soñado ya sea una escapada de fin de semana o un viaje algo más largo en la que poder conocer lugares nuevos. Sin embargo, los pueblos pequeños, bastante menos conocidos y con un ritmo mucho más pausado están ganando adeptos entre los turistas y viajeros en los últimos tiempos. Mucho más, si cabe, tras la pandemia del coronavirus.

 

En este sentido, la publicación estadounidense Road Affair ha creado un listado con los 25 pueblos más bonitos del mundo. Lugares donde se puede encontrar la calma, el descanso y unas vistas espectaculares que solo el turismo rural puede ofrecer. Destinos todos ellos muy diferentes entre sí, pero que te permitirán conocer parajes de ensueño y conocer los rincones más bellos del planeta.

Entre estas 25 localidades hay una española: Júzcar, que ocupa el puesto 11. Un precioso pueblo malagueño situado en la Serranía de Ronda y que es más conocido por ser el primer pueblo pitufo del mundo, ya que todas sus casas están pintadas de azul, el característico color de estos simpáticos personajes de dibujos animados, creados por el ilustrador y dibujante belga Peyo.

 

Júzcar es el típico pueblecito de calles laberínticas estrechas y empinadas de apenas 225 habitantes. Solo se necesitan un par de horas para verlo y disfrutar de sus casas teñidas de azul que le dan un toque original y pintoresco y que le diferencia del resto de pueblos blancos andaluces.

En cuanto al resto del listado, el primer lugar lo ocupa La villa de Popeye, en la isla mediterránea de Malta, un lugar con pintorescas y coloridas casas de madera que en su día sirvió como decorado para una película sobre el famoso marinero al que le encanta comer espinacas. En segunda posición se encuentra Hallstatt, el pueblo más antiguo de Austria y, quizás, el más fotografiado, gracias a su imagen de postal con su incomparable ubicación entre Hallstätter See, un cristalino lago a la orilla del pueblo y las montañas de Dachstein. De hecho, su fama se acrecentó al ver cierto parecido con la villa de la película ‘Frozen’ de Disney.

El tercer puesto es para Simiane La Rotonde un pueblo de estrechas calles empedradas y casas de piedra situado en lo alto de una colina al sur de Francia y que está rodeado de olivares y campos de lavanda. El cuarto lugar lo ocupa Cinque Terre en la Riviera italiana y que está formado por cinco pueblos de pescadores cuyo atractivo atemporal cautiva a los turistas con sus escarpadas costas y su hermosa arquitectura clásica. El top 5 lo cierra Ortahisar, en la Capadocia turca que conserva su encanto rustico y tradicional y su ritmo de vivir lento entre cuevas y su castillo tallado en la piedra.

Aquí tienes el listado de los 25 de los pueblos más bonitos del mundo:
  1. Popeye Village (Malta)
  2. Hallstatt (Austria)
  3. Simiane La Rotonde (Francia)
  4. Cinque Terre (Italia)
  5. Ortahisar (Turquía)
  6. Oia (Grecia)
  7. Shirakawa-go (Japón)
  8. Ait Ben-Haddou (Marruecos)
  9. Cua Van (Vietnam)
  10. Alberobello (Italia)
  11. Júzcar (España)
  12. Reine (Noruega)
  13. Sidi Bou Said (Túnez)
  14. Ping’an Village (China)
  15. Wengen (Suiza)
  16. Burano (Italia)
  17. Bibury (Inglaterra)
  18. Colmar (Francia)
  19. Fenghuang Ancient Town (China)
  20. Palangan (Iran)
  21. Gásadalur Village (Islas Feroe)
  22. Larung Gar (Tibet)
  23. Hobbiton (Nueva Zelanda)
  24. Qasigiannguit (Groenlandia)
  25. Staithes (Inglaterra)
  26. POPEYE VILLAGE: (MALTA)

HALLSTATT ( AUSTRIA)

dissabte, 19 de febrer del 2022

LOS NIÑOS: APRENDER FILOSOFIA

 


¿Por qué los niños deberían aprender filosofía?

Todo niño lleva a un filósofo dentro que debemos despertar, desarrollar y sacar a la luz. Solo así será capaz de pensar de manera crítica para hacer un mundo mucho mejor.

Si decimos que los niños deberían aprender filosofía desde los 3 años, puede que más de uno se sorprenda. Sin embargo, aprender a pensar es algo que no hace daño, siendo un camino que es posible recorrer desde edades muy tempranas, sin necesidad de que los pequeños hayan asentado aún las competencias lectoescritoras. Porque jugar a razonar de manera creativa, crítica y ética es tan o más importante que aprender los colores en inglés.

Vivimos tiempos difíciles para la filosofía. Parece que dentro de poco acabará difuminada del currículum escolar y que su presencia será poco más que un animal mitológico. En España, por ejemplo, con la nueva ley de educación, esta asignatura desaparecerá de la enseñanza secundaria obligatoria (ESO). Son ya muchas las voces que alertan de lo que esto puede suponer.

En una sociedad cada vez más compleja, corremos el riesgo de dar al mundo personas que no se cuestionen las cosas. Veremos cada vez más hombres y mujeres que, lejos de hacerse preguntas, asuman realidades distorsionadas.

Razones de por qué los niños deberían aprender filosofía

Todo niño lleva en su interior a un gran filósofo. Basta con pasar tiempo con algún pequeño de 3 o 4 años para darnos cuenta de sus ganas de seguir descubriendo fenómenos. Si hay unas palabras que nos repiten es “por qué”. Todo lo cuestionan, todo despierta su curiosidad y poco o nada escapa a su interés y análisis.

Sería muy positivo que llegasen a la adolescencia con esa misma capacidad, la de hacerse preguntas cada vez más profundas. Es más, algo que define a la mente joven es exigir la justificación de determinadas normas y cuestionarse muchos de los modelos y normas sociales que le rodean. No se trata de desafiar lo establecido, sino de comprender para comprometerse en la mejora de los entornos e instituciones.

Retirar la filosofía de los currículos es minar la dignidad de los niños y los adolescentes y robarles oportunidades de progreso. Educar personas que no se cuestionan las cosas es dar al mundo ciudadanos pasivos y conformistas. Como señalaba el filósofo y teólogo Jaime Balmes, pensar bien no define únicamente a los filósofos, también a la gente sencilla.

Logran mejores resultados académicos

Investigaciones, como las realizadas en la Universidad de Curtin (Australia), destacan una idea: la introducción de la filosofía en los estudios mejora el rendimiento académico en los niños. Tanto es así, que muchos países de Asia y el Pacífico contemplan la posibilidad de introducir esta asignatura en sus planes de estudio.

Si no se produce algún cambio, la actual educación moldeará ciudadanos cada vez menos activos y comprometidos.

La filosofía y el pensamiento crítico

Los niños deberían estudiar filosofía para desarrollar su pensamiento crítico. Pocas dimensiones son más importantes para el desarrollo psicológico y emocional que pensar de manera filosófica. Ahora bien, ¿Qué implica esto realmente?

  • Significa ir más allá de los estándares y de lo aparente para cuestionarse la realidad.
  • Es mirar el mundo de manera curiosa y creativa.
  • Reflexionar de manera filosófica es no dejar de hacerse preguntas.
  • Permite además diferenciar la verdad de la mentira.
  • Asimismo, este enfoque filosófico ayuda a reflexionar sobre uno mismo y las relaciones con el entorno social.
  • Es también tomar conciencia de que nada es tan relevante como aprender a pensar por sí mismos libres de condicionamientos.
  • Mirar el mundo sin prisas y de manera profunda

    Probablemente no nos sorprenda descubrir que atender nuestro entorno y razonar de manera filosófica es más difícil que nunca. Vivimos atrapados en la inmediatez, en las prisas, en la presión constante. Nuestros jóvenes son ya esa generación distraída o más focalizada quizá en el mundo digital que en el real.

  • Entre otros motivos, los niños deberían estudiar filosofía para atender su entorno de manera más pausada y profunda. Solo la mirada curiosa y reflexiva les permitirá ser hábiles ante las manipulaciones y posverdades de las que habla Noam Chomsky.

  • Los niños deberían estudiar filosofía para ser más empáticos

    La doctora Vanya Kovach, de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, es una referencia en la comprensión del impacto de la filosofía en las escuelas. En sus investigaciones, ha evidenciado que los niños deberían estudiar filosofía desde edades tempranas para desarrollar facetas como la perseverancia o la tolerancia a la incertidumbre.

  • Es más, algo que potencia el saber pensar de manera filosófica es la empatía y la inteligencia emocional. Gracias a ello, son capaces de comprender mejor las relaciones sociales, la ética, los derechos y la convivencia. Es momento de dejar de ver la filosofía como ese animal mitológico que, aunque bello, ya no es útil y es mejor dejarlo ir.

    Esta disciplina es una herramienta eficaz para educar personas comprometidas con la sociedad, listas para hacer de este mundo un lugar mejor.

  • La filosofía ayuda a que los niños aprendan a poner voz a sus ideas y a que miren el mundo de manera más amplia, rica y crítica.

  • Lo ideal sería introducir la filosofía en la educación primaria. Sin embargo, en muchos países van a eliminarla de la educación secundaria para introducirla únicamente en Bachiller. Con este enfoque, perdemos la oportunidad de mejorar sus competencias cognitivas, sociales y emocionales.

  • La filosofía les da a los niños la oportunidad de hacerse preguntas fundamentales y profundas sobre cosas cotidianas a las que no solemos atender debido a las prisas y a nuestros dispositivos electrónicos. 

  • https://lamenteesmaravillosa.com/por-que-ninos-deberian-aprender-filosofia/?fbclid=IwAR0IT8fWKC4DDO2EjAjfGRMLHuwZQU8h7X



dissabte, 12 de febrer del 2022

CUIDAR Y LIMPIAR A NUESTROS MAYORES

 


Cuando te toca limpiarle el culo a tu padre

El escritor rebelde Hernán Migoya cuenta en su nuevo libro cómo, tras muchos tumbos por Perú, regresó a casa junto a sus padres viejos y enfermos

Varias veces al día tengo que limpiarle el culo a mi hijo, cosa que hago con orgullo escatológico cada vez que el crío llena el pañal hasta los bordes. Es como si esa ominosa carga fuera una obra de su genio, yo qué sé, una novela muy larga que ha escrito, o así la recibo yo. ¡Esta te ha quedado sensacional, pequeño Musil! Tampoco es que me haya vuelto loco. Sospecho que encontrar gusto en semejante tarea responde a la programación profunda de la humanidad, la genética. Es un trabajo objetivamente asqueroso que difícilmente haríamos con otra persona a menos que nos ofrecieran un sueldo, pero que, en virtud de un cortocircuito cerebral, los padres hacemos encantados con los hijos. Las miradas de complicidad del bebé cagón, que se entretiene espatarrado mientras husmeamos en su porquería, son pago suficiente.
Quizás nos pasa algo parecido con el sexo: si nos parásemos a pensar con frialdad analítica en las cosas que hacemos con nuestras parejas, lo lógico sería deducir que la humanidad tiene los días contados y se dirige a la extinción, puesto que nadie querría hacerlo, ni siquiera para procrear. La fecundación humana no es una cosa menos horrible que la de las arañas, pero llamamos deseo a la trampa de nuestro cerebro que convierte esa mecánica pringosa en placer.
Una prueba de que el gusto de estas actividades es producto de una trampa es que los enlaces posibles están muy limitados. Para el sexo tenemos un montón de tabúes (incesto, adulterio, violación) y para las tareas escatológicas pasa lo mismo. Limpiar el culo a tu hijo no provoca la más mínima molestia, pero limpiar el culo a tu padre es insoportable. La misma actividad está prohibida si cambia el sujeto paciente. Pues bien: este es el nudo dramático de un libro que, en apariencia, habla de muchas otras cosas: 'Y si quieren saber de nuestro pasado' (DQ). Es la última obra de Hernán Migoya, autor rebelde que fuera apaleado en su debut ('Todas putas') y que ahora, después de muchos tumbos por Perú, ha regresado a casa justo antes de la pandemia para acompañar a sus padres viejos y enfermos.
Producto de esta convivencia es este libro que, como 'Baricentro', su anterior novela, demuestra que Hernán es mucho más que un agitador o un polemista: una persona extraordinariamente sensible y, además, muy poco 'bienqueda'. Airea sus propias miserias como hijo, se aparta cualquier medalla que el lector quiera colgarle por haber vuelto con sus padres enfermos, manosea los trapos sucios lo mismo que los limpios y se empeña, página tras página, en reflejar la humanidad tal como es, empezando por sus propias mezquindades.

El dilema

La situación es esta: su madre tiene cáncer, su padre tiene alzhéimer, y Hernán, el hijo, tiene un dilema. Sabe que tendrá que limpiarle el culo a su padre y espera la cita con la aprehensión con la que aguardamos nuestro turno para una colonoscopia. Esto es, en realidad, una metáfora de otra espera que también aparece: la de la orfandad. Aunque se niega a sí mismo que será capaz de hacerlo (limpiar el culo, aceptar la muerte), este horizonte martillea su prosa y salpica la narración como una alarma.

 

¿Hasta qué punto es egoísta negarse a limpiar el culo a tu padre y permitir que lo haga tu madre enferma? ¿Tiene uno derecho a mantenerse limpio cuando la mierda devora a la familia? ¿Por qué sí puede ayudarlo a ducharse —enjabonando a conciencia ese pito paterno que jamás deberíamos contemplar— pero la idea de limpiarle el culo le provoca ansiedad e insomnio?

Parece una tontería, pero yo creo que es una cuestión fundamental. Limpiar el culo a tu padre es la consecuencia de haber roto el ciclo natural: la muerte tarda demasiado en llegar y los hijos se ven obligados a convertirse en padres de sus padres. Ahora que la medicina es capaz de mantener sus corazones funcionando cuando el cerebro está totalmente desmantelado por la enfermedad, cada vez más personas se ven ante el dilema. Los hay que racionalizan la operación y la hacen sin darle más vueltas. Bien por ellos. Pero esto no implica que no sea un asunto sobre el que vale la pena pensar.

Girando alrededor del eje, en el libro de Migoya vamos viendo cómo el padre pierde la memoria trozo a trozo hasta convertirse en un bebé. Asistimos a las tácticas de su madre para sacarle una sonrisa, a las provocaciones, a los episodios divertidos y estrafalarios de tener un padre progresivamente idiotizado, y el autor no aparta la mirada ni la prosa de las bombas que la desmemoria desentierra. Aquí se llega hasta el fondo del amor paternofilial sin una gota de cursilería o complacencia, pero con ternura. Nos está narrando la historia de una familia feliz, de una familia pobre, de una familia normal, de una familia desgraciada: es decir, de una familia. Hay muchas más espinas ahí dentro de lo que nos cuentan los timoratos.

Después de muchos tumbos, Migoya ha regresado a casa para acompañar a sus padres viejos y enfermos
La muerte tarda en llegar y los hijos se ven obligados a convertirse en padres de sus padres



diumenge, 6 de febrer del 2022

SOCIEDAD DESHUMANIZADA

 


La sociedad deshumanizada, según Erich Fromm


Erich Fromm pronosticó que en el año 2000 la sociedad sería cada vez más individualizada, deshumanizada y supeditada a la tecnología. Esto nos haría no solo menos libres, sino también más infelices.

La sociedad deshumanizada según Erich Fromm traza una reflexión que nos es particularmente familiar. Según el célebre psicoanalista, filósofo y psicólogo social, el mundo se irá dirigiendo de manera progresiva hacia un escenario con menos interacción social y mayor aislamiento. En la “megamáquina”, como él definió a la sociedad industrializada, el hombre será esclavo de la tecnología.

Es cierto, esta definición nos parece más bien una predicción, una visión casi exacta de la realidad actual. Y nos lo parece porque lo fue. En su libro publicado en 1968 La revolución de la esperanza, quiso reflexionar sobre la sociedad y el tipo de ser humano que encontraríamos en el año 2000. Si las guerras nucleares no nos destruían antes, especuló, tendríamos un mundo alineado, frío y menos empático.

La llegada al nuevo milenio, concretó no será la culminación de la felicidad, y aún menos de la libertad. Por ello, y para traer de nuevo la esperanza a un mundo desesperanzado, era necesario tomar conciencia de una serie de dimensiones. Así, las propuestas que nos dejó Fromm en su día no dejan de tener trascendencia en el momento actual.

“Las máquinas y las computadoras deben volverse medios para los fines determinados por la razón y la voluntad del hombre”.

-Erich Fromm-

Claves para comprender la sociedad deshumanizada

Hay quien señala que Erich Fromm es una de esas figuras que no ha recibido la suficiente atención o la relevancia que merece. Colegas de la Escuela de Frankfurt, como Theodor Adorno o Max Horkheimer, por ejemplo, son nombres quizá con más tradición dentro de la filosofía o la sociología. Ahora bien, es inevitable reconocer el gran impacto intelectual que tuvo en el mundo intelectual estadounidense y de manera más profunda en la psicología.

Fromm fue un gran defensor de la libertad, alertando de los mecanismos frente a los que podríamos volvernos sumisos. Esa actitud era la que podía dar paso a nuevos gobiernos autoritarios, como había sucedido en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. Lo que logró, sobre todo, fue enseñarnos a entender el nazismo desde un punto de vista socieconómico y psicológico.

Ahora bien, entre todas sus obras, hubo una con un carácter profético. En La revolución de la esperanza, (1968) quiso alertarnos sobre cómo sería el ser humano del 2000: un mero consumidor, un ser pasivo sometido a una realidad mecanizada que nos separará a los unos de los otros.

La sociedad deshumanizada según Erich Fromm es, en muchos rasgos, un retrato de nuestro mundo actual.

“Para tener una economía sana estamos generando trabajadores enfermos. ¿Debe la mayor parte de las personas ser pasivas y dependientes a fin de tener fuertes organizaciones que funcionen bien?” 

-Erich Fromm-

El ser humano será una parte más de las máquinas

Erich Fromm observaba con cierta inquietud el avance de las sociedades industrializadas, como Estados Unidos. Bien es cierto que el progreso trae comodidad, no hay duda, pero ese aparente bienestar tiene un coste, un reverso oscuro.La élite empresarial, y hasta los propios empresarios, son meros apéndices de las máquinas que mueven el mundo. Somos esclavos de la tecnología. La megamáquina es para Fromm un sistema social totalmente organizado y homogeneizado en el que las máquinas y las personas son la misma cosa. Con la única diferencia de que el ser humano pierde la libertad, la salud y la felicidad para que esos engranajes funcionen.

Damos por sentado que nuestros ordenadores y demás tecnologías están a nuestro servicio, cuando en realidad, es a la inversa. Por otro lado, hay otro aspecto interesante que señalaba en su libro La revolución de la esperanza. Los hombres y las mujeres perderán la fe y la confianza en los valores humanos y, en su lugar, solo se dará validez a los valores técnicos y materiales.

La sociedad deshumanizada según Erich Fromm será una sociedad infeliz.

Ante un panorama desolador, tenemos dos opciones

Erich Fromm nos quiso prevenir y, para ello, señaló que la humanidad tenía dos opciones. La primera es dejarse llevar por una sociedad mecanizada en la que el individuo será un simple engranaje. El segundo camino es la esperanza. Si queremos progresar como sociedad, pongamos cuidado en hacer que la tecnología esté al servicio del bienestar humano y no a la inversa.

Ahora bien, en el modelo frommiano del ser humano hay algo que siempre se percibe. Es como si el filósofo alemán de origen judío supiera que nos cuesta mucho invertir en el propio crecimiento y avance. Caemos con frecuencia en la apatía y la inercia. No nos comprometemos en los cambios, sino que, en muchos casos, somos meros esclavos de la propia pasividad y complacencia.

Los seres humanos se están volviendo apáticos al depender cada vez más de la maquinaria, que de su propia capacidad para razonar e iniciar revoluciones.

¿Estamos a tiempo?

“Si la gente no se da cuenta de la dirección en la que marcha, despertará cuando sea ya demasiado tarde y su destino haya sido sellado irrevocablemente”, señalaba en La revolución de la esperanza. Lo cierto es que la teoría de la sociedad deshumanizada según Erich Fromm tenía una connotación profética muy similar a la idea que nos dejó George Orwell.

Ahora bien, la siguiente pregunta sería: ¿estamos a tiempo de evitar o prevenir esa falta de humanidad al quedar supeditados al universo tecnológico? Algo que señala el propio Fromm es que el consumismo no es el camino de la felicidad y que el auténtico progreso y la libertad llega con los agitadores e impulsores. Tal vez ya hayamos llegado tarde para esa revolución, pero vale la pena tenerlo en cuenta.

La sociedad deshumanizada, según Erich Fromm - La Mente es Maravillosa