Argar: la enigmática desaparición de la Esparta ibérica
Dos grandes culturas se concatenaron en el tiempo, una en su extinción y la otra en su aparición, en un tránsito bastante inquietante
De forma casi consecutiva, dos grandes culturas, Los Millares y Argar, se concatenaron en el tiempo, una en su extinción y la otra en su aparición en un tránsito bastante inquietante. Se podría decir que su ámbito geográfico de existencia vino a ser prácticamente el mismo, aunque con ligeras variaciones; el sudeste peninsular.
¿Era la cultura argárica una civilización mágica? Si, sin duda, pero sus capacidades no solo se reducían a eso. Elevaron a la excelencia el respeto por los que se habían ausentado para viajar a la eternidad. Su convicción en la existencia de una correa de transmisión, cuerpo y alma en la que esta última abandonaba el lastre de la materia para pasar a ser un ente ¿realmente independiente? Era más que patente en sus profundas expresiones de atención para aquellos que habían iniciado el Gran Viaje.
Casi todas sus edificaciones eran horizontales y, con independencia de la exigente estratificación social y lo radical de las fronteras entre clases, los rituales funerarios domésticos tenían una disposición extraordinaria. En un pequeño patio intramuros convivían vivos y viajeros de forma íntima y respetuosa. Diariamente, se les cambiaba el alimento y permanentemente había un fuego protegido para iluminar su recuerdo.
Era la Edad del Bronce, un espacio de transición hacia el futuro por parte de una humanidad siempre exploradora. Asimismo, era el tiempo de un esbozo de una España embrionaria.
La parte nuclear de este proto estado estaba configurada por las provincias de Alicante sur, Ciudad Real, un tercio de la actual provincia de Granada y, más nutridamente, por Almería y Murcia, expandiéndose a las comarcas limítrofes, llegando a abarcar una extensión más que considerable que nos remite al concepto de una estructura de estado.
Estamos hablando de un mosaico de ciudades fortaleza que podrían abarcar del orden de los 40.000 Km², que viene a ser una extensión similar a la de Extremadura. Son datos a considerar por la proporcionalidad de territorio que abarcaba aquella civilización perdida en una Europa de aldeas pobladas por cifras de habitantes bastante escasas, por lo general
La estructura arquitectónica por antonomasia era La Motilla, unas fortalezas circulares en anillos concéntricos rodeando una gran torre central, posiblemente con la intención de tener una visión panóptica de lo que ocurría a su alrededor.
¿Qué pasó entonces con aquellas gentes que gobernaron con mano de hierro los territorios de la primera sociedad urbana en el Mediterráneo occidental? ¿Por qué ciertos formatos de desarrollo tan espectaculares estaban tan cerca de una 'tecnología punta' y, a su vez, basaban en una férrea jerarquización el control de sus 'ciudadanos' esclavos? En el fondo, ¿no es algo que estemos viviendo en la actualidad de forma cada vez menos disimulada? ¿Tiene algo que ver un golpe o alzamiento popular contra unas condiciones de represión inaceptables? ¿Fue esa la razón de su brusca desaparición 15 siglos antes del nacimiento de Cristo? Quizás la humanidad no haya cambiado tanto como nos parece.
A finales del siglo XIX, el tesón e inquietud de dos hermanos, los ingenieros belgas Siret, y un intuitivo capataz cuyo nombre era Pedro Flores, obraron por arte de magia uno de los mayores descubrimientos de la arqueología moderna en Antas (Almería). Una serie de poblados excelentemente fortificados radicados en áreas literalmente inaccesibles albergaban construcciones de planta cuadrada en piedra y adobe, tumbas en tinajas y cistas bajo el pavimento de las viviendas, además de una abundancia inexplicable de armamento.
¿De quién se defendían? ¿Por qué esos recintos perfectamente amurallados y literalmente inexpugnables? ¿A qué se debían esas ingentes cantidades de armamento? ¿Cuál era el motivo de ese afán urbanístico tan calculado y simétrico? ¿Quién se deja el Tesoro de Villena (un ánfora de diez kilos de oro enterrados) y desaparece sin más? ¿Qué pasó en definitiva que hizo tan inexplicable y súbita la desaparición de algo tan aparentemente organizado, regido y administrado con tanta precisión?
Cabe la posibilidad de que el sistema argárico estuviera basado en un rígido control de las 'commodities' del momento, los cereales, que gestionados por la aristocracia militar y una calculada coerción a través de una fuerza ya fuera dosificada o desmedida si hiciera falta controlaba a la población a través de la necesidad.
El paleoambiente en el sureste peninsular durante ese milenio de presencia agraria era radicalmente distinto al actual, pues hay constancia de que amplias extensiones arbóreas, fauna abundante y recursos hídricos sobrados crearan una enorme fertilidad en el agro.
Todo ello nos lleva a concluir que una intensificación de las explotaciones agrícolas por muy atomizadas que fueran, caso bastante improbable, estaba subordinado a un poder omnímodo que mediante una tiranía indisimulada basada en lo mediato no fue capaz de prever a tiempo la deforestación a gran escala de las zonas antes mencionadas deviniendo con el paso del tiempo una sobreexplotación de los recursos que acabaría con el equilibrio de aquel sistema que tantas incógnitas ha dejado a los especialistas. A la luz de estas conjeturas y sus posibles paralelismos, no nos debería de sorprender a los terrícolas que estuviéramos en la actualidad ante un fin de ciclo similar. Es que somos inasequibles al desaliento.