dissabte, 14 d’agost del 2021

CIUDADES ESPAÑOLAS PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD I


 caceres

Ciudades reinventadas

“La villa de Cáceres tiene sobre sí toda la aureola de su historia milenaria y grandiosa; la ciudad de Cáceres viene al mundo cuando ya no quedan reinos por descubrir o conquistar; cuando el pasado es sólo un bello recuerdo y el presente una realidad”. Miguel Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros

Acercarse a la historia de la ciudad de Cáceres es conocer a pequeña escala la Historia de España. Esta tierra, habitada ya desde los tiempos del Paleolítico Superior, nos relata las distintas etapas por las que el hombre ha pasado. Romanos, Almohades, Judíos, Portugueses, Castellanos… cada uno con su cultura y su religión pero que se fundieron en Cáceres para legar al mundo su Patrimonio Histórico-Cultural inigualable.

Esta diversidad nos permite acceder a la Ciudad Monumental por una puerta romana o por una de estilo Barroco; adentrarnos en una judería nada más salir de una torre almohade o admirar una fachada mudéjar al lado de un palacio renacentista.

Una variedad no solo histórica o artística, sino espacial, aquí podemos observar desde las torres que flanquean su muralla como ha evolucionado la ciudad, como se expande extramuros abrazando a las distintas razas, clases sociales y gremios que han configurado la pequeña gran historia de esta población.

El momento elegido para descubrir Cáceres puede hacer que la imagen que se lleva el visitante sea distinta ya que no es lo mismo pasear por sus calles y plazas por la mañana que por la noche, en otoño o en primavera…. Todo momento tiene su encanto e invita a volver, a redescubrir la ciudad bajo otra luz y otro ángulo.

Este legado que tanto enorgullece al cacereño puede enlazarse con la modernidad de una ciudad universitaria activa y llena de iniciativas culturales. Entre ellas, la reciente apertura del Centro de Artes Visuales “Fundación Helga de Alvear”, donde se muestra una de las colecciones privadas de arte moderno más importantes de Europa; la Feria de Arte Iberoamericano “Foro Sur”; el Festival WOMAD, punta de lanza de la música internacional, o El Mercado Medieval Transfronterizo de las Tres Culturas, considerado hoy uno de los más importantes a nivel internacional.



cordoba

Ciudades reinventadas

“Una vez más, uno comprende que en esta tierra (Córdoba) se le hayan quedado enredados para siempre el corazón y la memoria”. Antonio Gala

Córdoba es una de las ciudades más antiguas de Europa. Fundada por el cónsul romano Marco Claudio Marcelo a mediados del siglo II a. de C., representa una extraordinaria simbiosis de Oriente y Occidente. Dos milenios de historia han dado entidad y espesor al tiempo de Córdoba, haciéndolo habitable, elástico.

Córdoba es cruce de caminos, enclave privilegiado entre sierra, valle del Guadalquivir y campiña, y ha sido cuatro veces capital a lo largo de su historia. Capital de la Bética, la provincia más romanizada del Imperio. Capital del Califato Omeya en el siglo X. Capital del Judaísmo gracias a su Judería y a Maimónides. Y capital de la frontera cristiana durante los últimos siglos de la Reconquista. Todo ello nos ha dejado un patrimonio de primera magnitud en forma de murallas, puentes, templos, conventos, estatuas, casas señoriales, tradiciones, documentación histórica, yacimientos arqueológicos y personajes notorios. La mayor parte de este patrimonio fue designado por la UNESCO, en 1994, Patrimonio de la Humanidad.

Séneca, Lucano, Osio, Abderramán I, Abderramán III, Alhakén II, Maimónides, Averroes, Gonzalo Fernández de Córdoba "el Gran Capitán", Luis de Góngora, el Duque de Rivas, Julio Romero de Torres o el torero "Manolete", son personajes cordobeses protagonistas en la historia. Y por Córdoba pasaron y escribieron páginas decisivas Julio César, los Reyes Católicos, Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes, entre otros.

La Mezquita-Catedral, alma y corazón de Córdoba, es el centro de gravedad de este Patrimonio de la Humanidad, siendo ella misma y desde 1984, declarada por la propia UNESCO, Monumento de Interés Mundial: el agua que mantiene viva la Catedral de Córdoba está hecha de plegarias a un mismo Dios. En cinco siglos y medio de utilización musulmana. En ocho siglos de utilización cristiana

Córdoba aporta al Patrimonio de la Humanidad, también, la vida de su casco histórico. El segundo más grande europeo, con más de treinta mil residentes. No es un decorado para turistas, en él habita Córdoba por medio de gentes sencillas y de importantes instituciones acrisoladas en el corazón de la ciudad. Plazas, patios, pequeñas calles, mansiones y monumentos se abren a su descubrimiento.

Córdoba, en fin, es una ciudad que se extiende más allá de su patrimonio tangible y guarda sus mejores tesoros en su interior y en silencio, aguardando a quien sepa verdaderamente abrir el cofre de sus tesoros para mostrárselos.

Pero Córdoba cuenta además con dos Inscripciones más en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO: la Fiesta de los Patios, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (2012) y la Ciudad Califal de Medina Azahara (2018), colocando a Córdoba en la ciudad europea con más Inscripciones UNESCO y en segundo lugar a nivel mundial, sólo superada por Beijing.



cuenca

Ciudades reinventadas

“Cuenca abstracta, pura, de color plata, de gentiles piedras, hecha de hallazgos y de olvidos –como el mismo amor-, cubiste y medieval, elegante, desgarrada, fiera, tiernísima como una loba parida, colgada y abierta; Cuenca, luminosa, alada, airada, serena y enloquecida, infinita, igual, obsesionante, hidalga; vieja Cuenca”. Camilo José Cela

Cuenca es una realidad urbana sorprendente donde se enlazan los tiempos del pasado y los del presente, donde patrimonio cultural y patrimonio natural se complementan y ofrecen al visitante una oportunidad para sorprenderse.

Agua y piedra confrontaron durante milenios para construir la más formidable atalaya surgida en el territorio que habría de ser ibérico. Le bastaron a la Naturaleza dos ríos para trazar sus contornos, abrazarla, ahondar sus hoces y nutrir de verde su horizonte más próximo. Después llegó el hombre. Desde los primitivos hasta los árabes se afanaron en convertirla en hogar y fortaleza. Y finalmente fue musulmana. Se llamó Kunka. En 1177Alfonso VIII pretendió ocuparla, sumarla al reino de Castilla y convertirla al cristianismo; tras un sitio de nueve meses, fue el hambre de sus moradores y no las murallas quien le abrió paso. Toda Cuenca -definitivamente castellana– se pobló de nuevos significados religiosos. Así la mezquita se transformó en Catedral, el románico se trocó en gótico y se alzaron iglesias y conventos.

Sus habitantes emprendieron la tarea de domesticar el risco y las alturas, para terminar configurando la insólita arquitectura de sus casas colgadas en el abismo. La antigua ciudad trascendía su natural frontera haciendo del aire su paisaje, para luego, descendiendo, cruzar el Huécar y extenderse hacia la planicie manchega.

El Casco Antiguo de Cuenca y sus seculares barrios aledaños permanecen con idéntica fisonomía a la que en aquella época adquirieran. Muchos de sus más nobles edificios mantienen hoy la condición que les dio origen: conventos en los que aún impera el silencioso rezo de sus monjas de clausura, templos en los que se renueva a diario la fe de los creyentes, casonas blasonadas en las que se mantiene viva la memoria, el Ayuntamiento soportado en arcos que se abren para acceder a la Plaza Mayor. Otros, se han aplicado a preservar su incomparable patrimonio histórico y artístico, transformándose en sedes de museos, fundaciones y en el Archivo Provincial.

Recorrer sus estrechas y empinadas calles, reconocer sus recoletos rincones, apagar la sed en sus fuentes, compartir la mágica atmósfera de sus plazas con sus habituales ocupantes y desandar las cuestas para encontrar la nueva ciudad que crece pujante y abierta hacia el futuro, habrá de ser una experiencia para el visitante que le obligará al regreso.

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